Después del asesinato de Julio César, el mundo se
dividió en dos grandes campos de batalla. Uno estaba dirigido por los
conspiradores de Bruto y el otro por Octavio César y Marco Antonio, un amigo de
Julio César.
Durante la larga y ardua guerra que siguió, Marco
Antonio se distinguió como el soldado más grandioso en el mundo.
Podríamos preguntarnos, “¿cómo hizo para lograrlo?”
Si supiéramos los secretos de su éxito, podríamos reproducirlos en nuestra
propia vida.
A continuación daré algunas de las claves que se
han mencionado en relación con los logros de Marco Antonio: “Armado con su
convincente habilidad para dirigir la palabra, el poder de su lógica, el valor
de su habilidad para dirigir y la autodisciplina que lo caracterizaba, arrasó
con todo lo que se ponía delante. Tomó sobre sí las tareas más difíciles con la
más asombrosa disposición; durante semanas vivió con una dieta de insectos y
cortezas de árboles. Y así se ganó la indiscutible lealtad de sus hombres, el
elogio del pueblo, el apoyo de Octavio y la confianza en sí mismo”. Teniendo en
su contra tal destreza y dedicación, los generales enemigos abandonaron uno a
uno la batalla. Y cuando ganó la guerra, Marco Antonio ocupó el lugar que antes
había tenido el grandioso Julio César, amo y señor del mundo.
Pero cuando hubo pasado la necesidad de luchar, se
convirtió en un ser ocioso, y la ociosidad es la causante de algunos de los
fracasos más trágicos de la vida.
Marco Antonio se dirigió a Egipto donde cayó en los
brazos amorosos de la hechizante reina Cleopatra; allí llegó a ser víctima de
los lujos agradables, de la perfumada elegancia y de los placeres de la corte
egipcia. Su grandiosa mente se nubló con las llamas del vino y se convirtió en
lo que Plutarco llama “un General sólo de nombre”. Cuando abandonó sus mejores
cualidades, perdió la lealtad de sus hombres, la ovación del pueblo, el apoyo
de Octavio y su propio respeto.
Finalmente se envió una guardia de soldados para
que tomara prisionero a Marco Antonio y lo llevara a Roma encadenado. Ya no era
necesario enviar un ejército para vencerlo, sino un puñado de los soldados más
mezquinos.
Sin embargó, Marco Antonio evitó que lo arrestaran
y se enterró una daga en el corazón y, mientras yacía agonizante le dijo a
Cleopatra que no había existido poder en el mundo suficientemente fuerte como
para vencerlo, con excepción de su propio poder: “Sólo Antonio puede conquistar a Antonio”.
Y así, mientras contemplaba la llegada de los
soldados romanos y pensaba en la desgracia que había traído sobre su pueblo, y
la vergüenza y humillación que había causado a su familia, pronunció su último
discurso que William Haines Lytle ha traducido y en el que Antonio le dice a
Cleopatra:
“No permitas que los subordinados
De César escarnezcan al león caído.
No fue soldado el que provocó su caída,
Sino él mismo quien el golpe se asestó.
Fue aquel que hoy reposa en tu regazo
Quien se alejó de la gloriosa luz,
El que embriagado en tus caricias,
Insano todo un mundo despreció.”
(“Antony and Cleopatra” The Best Loved Poems of the American People, Com. Hazel Felleman, 1936, pág. 203)
De César escarnezcan al león caído.
No fue soldado el que provocó su caída,
Sino él mismo quien el golpe se asestó.
Fue aquel que hoy reposa en tu regazo
Quien se alejó de la gloriosa luz,
El que embriagado en tus caricias,
Insano todo un mundo despreció.”
(“Antony and Cleopatra” The Best Loved Poems of the American People, Com. Hazel Felleman, 1936, pág. 203)
Este hombre había tenido en sus manos el control de
todo el mundo y no había ninguno sobre la tierra con el poder suficiente para
quitárselo; solo él mismo.
Igualmente nosotros, tenemos a nuestro alcance un
mundo de oportunidades, que haciendo las elecciones correctas, no hay ningún
poder en el universo que pueda interponerse entre nosotros y nuestras metas,
sólo nuestro propio poder. Sólo Antonio puede conquistar a Antonio.
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