Para comenzar esta historia
debemos situarnos en Alemania, el en año 1948. El país había sido dividido
entre las cuatro potencias vencedoras, las cuales rápidamente se habían
agrupado en una Alemania occidental, y una oriental dominada por los rusos. A su
vez, la capital, Berlín, había sido dividida de la misma forma pero la ciudad
en si estaba en la zona soviética, creando una isla occidental controlada por
Francia, Inglaterra y Alemania en medio de un mar rojo.
La antigua gran capital era solo
las ruinas de la grandeza de la ciudad. 6 años de guerra y 3 de ocupación
habían reducido a la más absoluta pobreza tanto a la ciudad como a sus
habitantes. La supervivencia era por medio de los artículos que llevaban los
ejércitos aliados, hasta que luego de una escalada en el nuevo conflicto que
comenzaba a vivirse entre occidente y Rusia, conflicto que se conocería como la
guerra fría, Stalin decide quedarse completamente con Berlín rindiéndola por
medio del hambre, por lo cual ordeno cerrar la vía de comunicación entre Berlín
Occidental y Alemania Occidental que pasaba por territorio controlado por los
soviéticos. Los aliados occidentales reaccionaron creando lo que se conocería
como el Puente Aéreo de Berlín, en el cual movilizaron cientos de aviones cada
día con el fin de proveer alimentos y víveres a los 2.5 millones de personas
que quedaron sitiados dentro de Berlín Occidental. Y es bajo este panorama, que
comienza esta historia.
La situación era tremendamente
difícil, a pesar de que se realizaban cientos de vuelos cada día, con despegues
y aterrizajes cada 3 minutos en cada uno de los 3 aeropuertos en Berlín, la
situación era crítica para poder proveer a los más de 2 millones de berlineses.
Entre estas idas y venidas, un joven piloto de un avión de transporte se dio el
tiempo de observar a un grupo de pobres niños que venían a ver subir y bajar
los aviones detrás de los cercos del aeropuerto. La historia cuenta que al ver
las caras de asombro de los niños, en un gesto de simpatía, saco un par de
barras de goma de mascar de sus bolsillos y se los lanzo a través del cerco.
Dos de ellos saltaron desesperados a tomar el inesperado regalo, pero luego de
alcanzarlos, ocurrió algo que asombro al joven aviador. Los niños que
alcanzaron las golosinas, en vez de quedárselas para ellos solos, prefirieron
compartirlas con el resto dividiéndolas en partes iguales, y lo más asombroso,
fue que todos ellos no se los comieron sino que se contentaron con solo poder
olerlas. Habían pasado tanto tiempo sin poder sentir el placer de tener algo
así que con solo hacer eso se sintieron como los niños más afortunados del
mundo. Conmovido, Gail Halvorsen, el joven oficial, les prometió volver y
compartir más dulces con ellos. Al siguiente día, ya en Alemania occidental,
Gaill compra todos los dulces que puede y construye como sea un par de pequeños
paracaídas para lanzar por la ventanilla de su avión su regalo a sus pequeños
amigos. Y así comienza día tras días a bombardear Alemania, con dulces. Para
que los niños pudiesen distinguirlo de entre los cientos de aviones cargueros
que volaban cada día, decide comenzar a darles una señal: Ladear sus alas al
acercarse. A los pocos días seria conocido entre los niños de Berlín como
"El tío ladea alas": el bombardero de dulces.
Al poco tiempo todo el mundo se
da cuenta de que algo está pasando. En tierra, cada día más niños comienzan a
reunirse para ser "bombardeados". En el aire, más y más pilotos
siguen el ejemplo de Gail, formando el comando de bombardeo de candies
(Operación "pequeños víveres") y en occidente, gracias a la cobertura
de la prensa acerca de los bombarderos de chocolate, muchas empresas comienzan
a donar grandes cantidades de dulces y grupos de personas se unen armando los
pequeños paracaídas que son usados durante la operación.
La operación crecía día a día, a
pesar de los grandes problemas, la ciudad, luego de muchísimo tiempo, comenzó a
sonreír a pesar del acoso al que se veía sometida. La esperanza había vuelto a
Berlín.
Y así continuaron las operaciones
tanto del puesto aéreo como de los bombarderos de dulces durante el resto del
año. Finalmente, el 12 mayo del 49, los
soviéticos se dan por vencidos, la ciudad había sobrevivido. El 23 del mismo
mes, se decreta la fundación de la República Federal Alemana, la unión oficial
en un solo país de todos los territorios que sostuvieron el puente aéreo. A los
años después los rusos volverían a intentarlo con un muro, pero la semilla de
la libertad ya había germinado en los corazones alemanes.
Posteriormente Halvorsen volvió a
su natal Salt Lake City. Durante su carrera militar, llego al grado de Coronel,
y en los 70s fue enviado como comandante de la base aérea del aeropuerto
Tempelhof, en Berlín, donde comenzó esta historia, para luego de retirarse de
la fuerza aérea, servir con su esposa como misioneros en Gran Bretaña en los
80s y en Rusia en los 90s.
Hasta el día de hoy es
considerado como un símbolo de las relaciones AlemanoAmericanas. Durante las
olimpiadas de invierno del 2002 en Salt Lake City, la delegación Alemana le
solicito que portase su bandera durante el desfile inaugural. Pero más allá de
ello, su historia es todo un símbolo de como un pequeño acto de amor puede
convertirse en una acción que puede cambiar completamente la historia de un
país completo, de millones de personas.
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