viernes, 10 de mayo de 2013

El Cellista de Sarajevo

Cada dos años, un grupo de entre los más grandes cellistas del mundo y otros fanáticos de este modesto instrumento: fabricantes de arcos, coleccionistas, historiadores, se reúnen durante una semana de talleres, clases, seminarios, recitales y fiestas, en el Festival Internacional de Cello en Manchester, Inglaterra. Cada noche, los más de seiscientos participantes se reúnen para un concierto.

El programa de la noche de apertura en el Colegio Real de Música del Norte  consistía de obras para cello solo. En el escenario del impresionante salón de conciertos no había más que una silla solitaria. Nada de piano ni de atriles, ni podio para el director. Solo había música de cello en su forma más pura e intensa. La atmósfera estaba sobrecargada de expectación y concentración.

El mundialmente famoso cellista Yo-Yo Ma era uno de los intérpretes esa noche de abril de 1994 y había una historia emocionante detrás de la composición musical que interpretaría.

El 27 de mayo de 1992, en Sarajevo, una de las pocas panaderías que aún tenía una provisión de harina, estaba haciendo y distribuyendo pan a la gente hambrienta, víctima de la guerra.

A las cuatro de la tarde de ese día, una larga fila se extendía por la calle. De repente, una descarga de mortero hizo una explosión directamente en medio de la fila, matando a veintidós personas y desparramando por toda el área carne, sangre, huesos y escombros.

No lejos de allí vivía un músico de treinta y cinco años llamado Vedran Smailovic.  Antes que estallara la guerra, había sido cellista de la Opera de Sarajevo, una distinguida carrera a la que pacientemente esperaba regresar algún día. Pero cuando vio a través de la ventana la masacre causada por la bala de mortero, aquello sobrepasó su capacidad de absorción y no pudo soportar más. Angustiado, resolvió hacer lo me mejor sabía: música. Música pública. Música atrevida. Música en el campo de batalla.

Durante los siguientes veintidós días, a las cuatro de la tarde, Smailovic se vestía con su mejor traje de concierto, tomaba su cello, salía de su departamento y se instalaba en medio de la batalla que rugía en torno a él. Colocaba una silla de plástico junto al cráter dejado por la bala de mortero y tocaba en memoria de los muertos el “Adagio en Si Menor” de Tomaso Albinoni, una de las piezas más triste y cautivantes del reportorio clásico. Tocaba a las calles desiertas, a los camiones estrellados, a los edificios humeantes y a la gente aterrorizada que se escondían en los sótanos mientras las bombas caían y las balas volaban. Con mampostería explotando a su alrededor, hacía que su inimaginable valor resistiera en nombre de la dignidad humana, en nombre de los que se habían perdido en la guerra, en nombre de la civilización, de la compasión y de la paz. Aunque los escombros y las balas volaban a su alrededor, el no recibió ningún rasguño.

Después que los periódicos publicaran la historia de este hombre extraordinario, un compositor inglés,  David Wilde se sitió tan conmovido que decidió componer música. Y escribió para cello solo, “El Cellista de Sarajevo” en la cual vertía sus propios sentimientos de afrenta, amor y hermandad con Vedran Smailovic.
Era “El Cellista de Sarajevo” que Yo-Yo Ma iba a tocar esa noche.

Ma se presentó en el escenario, hizo una reverencia hacia el público y suavemente se sentó en la silla solitaria. La música comenzó a inundar toda la sala, donde la gente permanecía en completo silencio, creando un universo sombrío y vacío, inquietante e inolvidable. Lentamente, fue creciendo en un furor agonizante, clamoroso, mordaz, cautivando  todos antes de  decrecer hasta llegar a un hueco de muerte y, finalmente, vuelta al silencio.

Cuando finalizó, Ma se mantuvo doblado sobre su cello, el arco descansando en las cuerdas. Durante un largo momento, nadie en el auditorio se movió ni hizo un ruido. Fue como si hubieran sido testigo de esa horrible masacre.

Finalmente, levantó la mirada y la fijó en la audiencia y extendió su mano, llamando a alguien para que subiera el escenario. Un indescriptible temblor hizo presa de todos cuando se dieron cuenta de que se trataba de Vedran Smailovic, el cellista de Sarajevo.

Samilovic se paró de su asiento y caminó por el pasillo mientras Ma dejaba el escenario para reunirse con él. Al encontrarse se lanzaron el uno en los brazos del otro confundiéndose en un exuberante abrazo. Todos los que estaban en el auditorio prorrumpieron en un frenesí caótico y emocional, aplaudiendo, gritando y vitoreando.

Y en el centro de todos, aquellos dos hombres, abrazados y llorando inconteniblemente. Yo-Yo Ma, un suave y elegante príncipe de la música clásica, perfecto en apariencia y desempeño; y Vedran Smailovic, vestido con un traje de motociclista manchado y andrajoso. Su pelo largo y su inmenso bigote enmarcaban su rostro que aparentaba ser más viejo de lo que en realidad era, humedecido con lágrimas y arrugado por el dolor.

Todos se sintieron conmovidos en lo más profundo de su humanidad al encontrarse con ese hombre que hizo trepidar su cello ante las bombas, la muerte, las ruinas, desafiándolos a todos.

Elaboración Final

El mundo de hoy está cubierto de campos de batalla: algunas concretas, otras sociales, emocionales o espirituales. En realidad todos conocemos personas cuyas vidas pasan por cualquier razón varios niveles de desesperación. Quizás su sustento está amenazado. Tal vez tiene preocupaciones respecto a un miembro de la familia. Posiblemente han perdido la salud. Cuando Vedran Smalovic vio personas en necesidad dejó la seguridad de su hogar y “resolvió hacer lo que mejor hacía”, y eso era tocar música.

Las verdaderas decisiones trasformadores de vida que enfrentamos se llevan a cabo día a día y todos los días cuando decidimos salir de nuestros asientos de “espectadores” y hacer una contribución.

¿Y en cuanto a usted? ¿En cuanto a mí? Basando en la semana pasada, ¿somos más un espectador que un colaborador? ¿Estamos satisfechos de nuestras contribuciones actuales? 

Composición Musical basada en la Historia de Vedran Smalovic es este link: El Cellista de Sarajevo

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