Una organización puede tener
personas talentosas y una extraordinaria estrategia y aun así fracasar. Le
ocurre a muchas. ¿La razón? “Raramente es por falta de inteligencia o visión.
Es por mala ejecución. Tan simple
como eso: no lograr hacer las cosas, ser indecisos, no cumplir con los
compromisos”, según dice Ram Charan, ex profesor de la Escuela de Negocios de
Harvard. (Vea el artículo “Why CEOs Fail”, publicado en la Revista Fortune del 21
de junio de 1999.)
La mayoría de las organizaciones
tienen abundancia de CI (Coeficiente Intelectual). Nunca antes en toda la
historia ha habido tanto talento, creatividad e intelecto en bruto contenido en
la fuerza laboral. Actualmente mucha “inteligencia” se dirige hacia el desarrollo
de las estrategias organizacionales, debido a que la estrategia es el enfoque
tradicional de los “mejores y más inteligentes. ”Parte del trabajo del CLO
(Chief Learning Officer) es reclutar, desarrollar y retener mucho CI. Pero se
necesita mucho más que CI para lograr resultados.
También se necesita de CE
(Coeficiente Emocional) o inteligencia emocional. Daniel Goleman ha
popularizado el CE como un atributo esencial pare el buen liderazgo
organizacional. Una organización con un alto CE está dirigida por una visión
que es emocionalmente magnética y galvaniza a las personas para que hagan sus
mejores esfuerzos.
Así que no falta
inteligencia o visión. Pero, ¿qué del “xQ,”o
la “inteligencia de ejecución”?
Puede ocurrir y ocurre que personas inteligentes, altamente motivadas,
no logren la visión que ellos se han propuesto para sí mismas, y cerca del 70
por ciento de los fracasos organizacionales se deben a una ejecución pobre. Lo
que ahora necesitamos es más xQ, el saber de cómo ejecutar (Execution
know-how).
Un estudio reciente con más de
11,000 personas midió el xQ de la fuerza laboral de los Estados Unidos. Así
como una prueba de CI descubre brechas en la inteligencia, la herramienta xQ
mide las “brechas de ejecución” la brecha que existe entre la meta establecida
y el logro de la misma. El estudio comisionado por Franklin Covey Co.y Harris
Interactive, se llevó a cabo en Octubre y noviembre de 2002. Los resultados son
alarmantes:
v Falta
de Claridad: ¿Establecen las organizaciones metas claras? Solamente uno de cada seis trabajadores lo
cree, y menos de la mitad dicen que entienden lo que sus compañías están
tratando de lograr. En estudios de seguimiento, menos del 15 por ciento puede
enumerar las metas más importantes de sus empleadores.
v No
existe compromiso: ¿Se sienten las personas comprometidas con las metas de las
organizaciones para las cuales trabajan?
Solamente una de cada cuatro se siente “intensamente enfocada”, y
solamente alrededor de una en cada 10 personas está totalmente comprometida con
esas metas.
v No
existe una línea de visión entre las metas organizacionales y el trabajo que
las personas desempeñan: Solamente una de cada cinco personas tiene metas de
trabajo claramente definidas, y una en cada 10 entiende claramente la forma en
que su trabajo se relaciona con las prioridades principales de la organización.
Con toda la habladuría acerca de “las metas que van en cascada”, está claro que
eso solo ocurre en raras ocasiones.
v No
hay facultamiento (empowerment): Las personas desean contribuir al logro de las
metas importantes de la organización, pero no pueden porque están consumidas
por prioridades menos importantes. Según su propia versión, las personas
utilizan solamente el 49 por ciento de su tiempo en las metas cruciales de la
organización. Una hora de cada tres es empleada en tareas “urgentes pero
irrelevantes”, mientras que una hora de cada cinco es desperdiciada en el
manejo de burocracia sin sentido.
v No
hay sinergia: Nuevas metas requieren nuevas formas de pensar y de trabajar. Las
mejores ideas y soluciones vienen de la verdadera sinergia. Pero la
colaboración sinérgica está agudamente escasa en la mayoría de las
organizaciones. Menos de un tercio de todas las personas sienten que apenas si
pueden expresarse honestamente en el trabajo, amén de lograr sinergia.
v No
hay rendición de cuentas: Solo alrededor de la mitad de todas las personas
reportan que se sienten responsables por su desempeño hacia la meta. Raras
veces, o nunca, son llamados a rendir cuentas del progreso de su trabajo.
Solamente un tercio siente alguna responsabilidad por cumplir con los
compromisos presupuestarios. ¿La consecuencia? Serios asuntos se van por las
rendijas y los errores se pasan sin corregirse.
Las organizaciones que ejecutan
con excelencia se enfocan en unos cuantos objetivos claros y alinean el enfoque
de cada persona o grupo con esas pocas metas. El estudio del xQ saca a relucir
serias preguntas: ¿Puede una organización ejecutar sus metas cuando las
personas no están claras acerca de las metas, no están comprometidas con ellas,
no están facultadas para lograrlas y no rinden cuentas por las mismas?
¿Tiene gente inteligente? ¿Tiene una visión? ¡Qué bueno! Ahora, ¿cómo anda su xQ?
Ver Video: Inteligencia de Ejecución (xQ)
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