Pero en la vida personal,
familiar, organizacional e incluso en el manojo económico de las naciones,
adoptamos diferentes estrategias:
v  Buscamos un
látigo más fuerte. 
v  Cambiamos
de jinete.
v  Decimos
“Siempre lo hemos cabalgado así” 
v  Creamos un
grupo de trabajo para analizar al caballo. 
v  Visitamos
otras tribus para ver como ellos cabalgan sus caballos muertos. 
v  Desarrollamos
nuevos estándares de calidad para montar caballos muertos. 
v  Creamos una
fuerza de choque para revivir el caballo muerto. 
v  Incorporamos
una unidad de entrenamiento, para aprender a cabalgar mejor. 
v  Hacemos
comparaciones entre diferentes caballos muertos.
v  Modificamos
los criterios que definen cuando un caballo está muerto, y cuando no. 
v  Traemos
gente de afuera para que intente cabalgar el caballo muerto. 
v  Juntamos
varios caballos muertos, para que corran más rápido.
v  Explicamos
que “un caballo no puede estar tan muerto que no pueda ser fustigado.”
v  Invertimos
para mejorar el desempeño del caballo muerto. 
v  Contratamos
un estudio para ver si conseguimos consejeros más baratos. 
v  Compramos
algo que haga que los caballos  muertos
corran más rápido. 
v  Explicamos
que nuestro caballo es “mejor, más rápido y más barato” –muerto.
v  Formamos un
grupo de mejoramiento de la calidad para encontrar un uso para caballos
muertos.
v  Revisamos
las condiciones de desempeño para caballos. 
v  Creamos una
unidad independiente de costos para caballos muertos. 
v  Matamos al
mensajero que viene a decirnos que el caballo se murió.
Por Edward F. Kurowski
 
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