Uno de los problemas actuales de
muchas empresas es la falta de pasión de sus líderes. Las empresas lideradas
sin pasión están estancadas, sin fuerza, sin energía, sin lucha, cargadas de
actitudes del tipo: “total para qué”, “a estas alturas”, “no creo en esas
cosas”… están detenidas en el tiempo, rutinizadas, viviendo únicamente dentro
de la zona de confort: “si siempre hemos hecho así las cosas…”, “si tampoco nos
va mal…” “¿cambiar, para qué?”.
¿Y esto por qué ocurre? Esto les
pasa a los líderes que dejan de lado sus sueños en la, que se mimetizan tanto
con el día a día, que dejan que la vida les pase de lado, que los sueños que
tenían se les apaguen lentamente con el paso del tiempo. Entonces optan por
quejarse de todo, y convertirse en unos SIESQUES (“si en este país…”, “si los
sueños no se hacen realidad…” ) siempre es
más fácil que luchar. Se vuelven viejos o viejas cascarrabias en las
organizaciones, y a veces tan solo tienen 30, 40 ó 50 años, pero así están cómodos.
Nunca tienen un logro, lo que sí tienen es un racimo de culpables que los van
cambiando según la situación. A veces no se lamentan, se sienten tan culpables
por la vida que han llevado que ni siquiera tienen energía para luchar hoy.
RECUERDE: Toda persona, todo líder, tiene una misión en la vida. Y
en esa misión no puede ser reemplazada por nada ni por nadie, ni la vida puede
repetirse. Quizás leyendo lo anterior descrito usted piensa que tiene algo de
esto: ¿le digo algo? todos estamos alguna vez ahí, pero ese no es el tema. El
tema es cuando siempre está uno ahí; cuando su vida entera en todas sus
vertientes está parada; cuando ha perdido la ilusión y las ganas de luchar por
todo; cuando vive en rutina y nunca cambia, prefiere lo que ya conoce, aunque
no le guste, es conservador, reactivo; ve desde su estancamiento como ocurren
las cosas, pero no hace nada por cambiarlas, le da miedo, no se atreve, piensa
que es demasiado tarde o que no es el momento adecuado. En definitiva, es un
espectador de la empresa y de la vida, y créame hay muchos profesionales así,
hoy día, dentro de las organizaciones.
Lo más curioso es que este
despido interior, no llama la atención de nadie, ni de la persona que lo vive
ni de las personas que la rodean. El profesional que lo padece ejecuta todo de
forma mecánica y rutinaria, apagada a nivel mental y emocional, no tiene
sentimientos ni deseos propios. Está en la organización, pero no está.
Creo que una de las razones
principales es la cultura del microondas: vivimos con prisas, sin parar, apenas
tenemos tiempo para nada. Este ritmo es cortoplacista: es una carrera hacia el
pasado, pues todo es para ayer, el líder actual está estresado/a, está
agotado/a, pero se siente importante sintiéndose así como un superhéroe, y no
se da cuenta que necesita parar de vez en cuando y PENSAR, ¿a dónde está
yendo?, ¿a dónde está llevando a su equipo?, ¿dónde están sus sueños?, ¿qué le
está pasando a la organización?, ¿cuánto hace que no cambia algo?, e incluso
plantearse ¿cómo está viviendo su vida?.
Cuando a un líder le asusta la
palabra “riesgo” porque le hace sentirse vulnerable, no puede liderar una organización
o un equipo. Ahora bien, a las personas les da tanto miedo el riesgo pues si
usted busca el significado de la palabra: “El riesgo es la probabilidad de que
una amenaza se convierta en un desastre. La vulnerabilidad o las amenazas, por
separado, no representan un peligro. Pero si se juntan, se convierten en un
riesgo, o sea, en la probabilidad de que ocurra un desastre.” Y claro, leyendo
esto, deciden no moverse; yo tampoco me movería. Así que ¿qué tal si cambiamos
la palabra y en vez de decir que “en la vida hay que arriesgarse” decimos que
“en la vida hay que vivir”? ¿Verdad que suena más suave? Y si lo piensa, es más
cierto. Entonces digamos que un líder ha de vivir la organización, sentirla,
disfrutarla, saborear su trabajo cada día.
Vivir es una oportunidad única,
que como dice Jesús Quintero, “hay que
vivirla. Que se sepa que el cartero de la vida nunca llama dos veces. El único
pecado imperdonable es no vivir, entregarse a una muerte anticipada, mientras
la sangre corre todavía por nuestras venas. Porque vivir no es solo estar en la
vida, vivir es participar en la fiesta, actuar, ser protagonista, elegir un
papel e interpretarlo con autenticidad y convencimiento. Vivir es ser y
conocer; saber por propia experiencia qué es el amor, a qué saben los besos,
qué se siente cuando se llega al éxtasis, a la cumbre del placer, qué se pierde
cuando un amor se olvida”.
Creo que está muy claro: vivir es
ser protagonista de la vida que elige vivir, y vivirla mientras está
ocurriendo. Liderar con pasión consiste en vivir cada momento de la empresa y
disfrutarlo con intensidad como si fuera el último, es vivir con todos los
sentidos, es vivir la realidad que a cada rato te ofrece el trabajo, es amar lo
que uno hace, no las consecuencias secundarias detrás de lo que hace. Eso
supondría suprimir la pasión, y guiarse por las recompensas; entonces la pasión
se apaga y se marchita. Con la pasión no se juega: las fachadas no engañan la
pasión.
Los líderes con pasión tienen el
aspecto de seres que están contentos con vivir, irradian energía, fuerza, amor
por lo que hacen, carisma, ilusión…hacen lo que quieren en la vida, y eso les
mantiene vivos. Los líderes con pasión no venden su alma al poder, a la
grandeza, a la fama y/o a la admiración de los demás; se mueven en el mundo
como seres libres; se dedican a lo que realmente quieren; son independientes en
su forma de ser, hacer y pensar. No buscan impresionar, sino ser quienes son,
al precio que sea, lo cual requiere más coraje que seguir el marco establecido,
pues el solo hecho de comportarse así provoca los resentimientos más viles del
resto de los humanos. La recompensa merece la pena: estar vivo.
Sin embargo, son muchos los
líderes que jamás la han sentido, ya que prefieren, como dijimos, moverse en la
vida en el campo de lo conocido, en vez de intentar descubrir qué es lo que en
verdad les hace vibrar. Todos estamos capacitados para sentir esa fuerte
energía, no puede ser cierto eso de que existen personas apasionadas y personas
desapasionadas. Yo, al menos, nunca me lo he creído. Lo que sí sé es que
existen personas que en la vida buscan, luchan y se arriesgan, y personas
“cómodas” que aunque no sientan esa energía y esa fuerza de la pasión, jamás se
arriesgan. No se dan cuenta de que el cambio es el principio básico del
universo. Todo cambia.
RESUMEN: “No puede liderar con pasión sin sentir
pasión por lo que hace”. No olvide que la calidad de vida depende de dos
factores: de cómo experimentamos el trabajo y de nuestras relaciones con otras
personas. Solo los líderes apasionados fluyen con la vida, por eso dan tanto
valor a su calidad. Le dejo para acabar con una cita de Javier Urra que creo
que lo resume todo: “Estar vivo es mucho más que no estar muerto, es nacer a
cada instante, conocedores de que la vida es efímera, fugaz, apreciemos el
milagro de vivir con pasión enamorada. Remansemos el presente, hagamos las
paces con el pasado, aprendamos a fluir, propiciemos motivos para el
agradecimiento, elijamos alguno de los futuros posibles, pues somos memoria del
futuro, todavía intacto”. Gracias a la vida que nos ha dado tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario