He trabajado con organizaciones alrededor del mundo por más de cuarenta
años y he sido un estudiante de las grandes mentes que han estudiado las
organizaciones. La mayoría de los movimientos culturales grandes que han
construido grandes organizaciones, que sostienen el crecimiento a largo plazo,
prosperidad y contribución para el mundo, comenzaron con la elección de una
persona. A veces esa persona era el líder formal, el CEO o presidente. A menudo
comenzó con alguien más: un profesional, una gerente de línea, el asistente de
alguien… Sin importar su posición, estas personas primero se cambiaron a sí
mismas de adentro hacia fuera. Su carácter, competencia, iniciativa, y energía
positiva, en fin, su autoridad moral, inspiró y levantó a otros. Poseían un sentido
anclado de su identidad, descubrieron sus fortalezas y talentos, y los
utilizaron para cumplir las necesidades y producir resultados. La gente en
torno a ellos se dio cuenta. Se les dio más responsabilidad. Aumentaron la
nueva responsabilidad y nuevamente produjeron resultados. Más y más gente se
dio cuenta de lo sucedido. La gente en la cima de la gerencia quería aprender
de sus ideas, de cómo lograban tanto. La cultura fue atraída a su visión y a
ellos. ( Dr. Stephen R. Covey)
Personas como éstas no son afectadas
por mucho tiempo por toda la fuerza negativa, desmoralizante, e insultante en
la organización. E interesantemente, sus
organizaciones no son mejores que la mayoría de las organizaciones. Hasta
cierto grado, todas son un desorden. Estas personas solo se dan cuentan que
ellas no pueden esperar a que su jefe o la organización cambien. Se convierten
en una isla de excelencia en un mar de mediocridad. Y es contagioso.
¿De dónde consigue una persona tal
fortaleza interna para nadar en contra de la corriente y soportar las
provocaciones culturales negativas, a no subordinarse a intereses egoístas, y a
desarrollar y sostener tal visión y determinación?
Estas personas aprenden de su
naturaleza verdadera y sus dones. Los utilizan para desarrollar una visión de
grandes cosas que quieren lograr. Con sabiduría toman la iniciativa y cultivan
un gran entendimiento de las necesidades y las oportunidades alrededor de
ellas. Cumplen esas necesidades que igualan a sus talentos únicos, que tocan
sus altas motivaciones y que hacen una diferencia. En resumen, ellos encuentran
y utilizan su voz. Ellos sirven e inspiran a otros. Ellos aplican los
PRINCIPIOS que gobiernan el crecimiento y la prosperidad en los seres humanos y
en las organizaciones, principios que
atraen lo más alto y mejor de la “persona integral”- cuerpo, mente, corazón y
espíritu. De igual significado, ellos también escogen influenciar e inspirar a
otros a encontrar su voz a través de estos principios.
Yo he llegado a creer con
convicción profunda que el liderazgo es una elección, no una posición. Entender
este precepto fundamental de liderazgo es crítico porque ésta es la clave para el éxito en cualquier empresa
del mundo. Cuando usted tiene un buen liderazgo, las familias, negocios,
escuelas, hospitales, comunidades y gobiernos florecen. Bajo un liderazgo pobre
o mediocre, ninguna de estas entidades cumplen su potencial. El liderazgo, por
lo tanto, es algo que nos atañe a todos. Y nos atañe hacer una elección, hacer
que sucedan las cosas y hacer la diferencia.
Los seres humanos tienen el poder
intrínseco y la libertad de hacer elecciones. Después de la vida en sí, el
poder de hacer elecciones es nuestro más precioso don. Percibirse a usted mismo
como una víctima, sin elección, es el factor más inhibidor para lograr lo que
es más importante para usted. Todos tenemos el poder de hacer elecciones en
nuestra vida personal, así como en la laboral.
Rutinariamente llamamos nuestros
líderes a la gente con títulos. Evaluamos el desempeño en autoridad de estas
personas, y las llamamos buenos o malos líderes. Es fácil y conveniente para
explicar las situaciones y asignar la culpa cuando las cosas no resultan bien,
como una función de las acciones y elecciones de otras personas. Al pensar de este modo, empoderamos
las debilidades formales de los gerentes y, por lo tanto, nos desempedramos.
Solo cuando verdaderamente entendemos y aceptamos el concepto de liderazgo como
una elección, somos capaces de reemplazar la noción de liderazgo como una
posición con la del liderazgo como influencia. Y entonces nos podemos convertir
en líderes de la gente a la cual nos reportamos.
La
gran meta es aumentar su poder y capacidad para liderar, para ayudar a elegir y
ejercer influencia, sin importar su posición. Ya sea usted un obrero de una
empresa industrial, un CEO, un gerente de nivel medio, un conserje, un
empresario o un padre soltero, el liderazgo es una elección, no una posición.
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