Creo que el 2013 es un punto de
inflexión entre lo viejo y lo nuevo, entre lo establecido y lo que está por
venir.
El 2013 es un año revolucionario,
en el que se están tambaleando los viejos paradigmas, los patrones de antaño
que hasta ahora, pese a su estado de deterioro, funcionaban. Parece que todo a
nuestro alrededor está raro, ocurren cosas que nunca habían ocurrido: los estudiantes
salen a las calles y rompen todo, pueblos enteros hacen su revolución, la
hambruna sigue e incluso la propia tierra grita de incomodidad, y nadie hace
nada. Muchos son los que se preguntan:
¿qué está pasando?, ¿qué está ocurriendo?
Se intuye en el silencio de los
días, en el conformismo de los miedos, un grito unísono: “¡Basta!”. ¿Basta
de….? De correr sin sentido, de solo vivir para trabajar, de la manipulación a
la que hemos sido sometidos, del sistema de consumo que tanto nos ha
esclavizado, de no poder intervenir, de tener que decir a todo que sí… Queremos
hablar, queremos quejarnos, queremos exclamar: “¡Yo decido mi vida!”.
El mundo entero está harto de que
los grandes poderes le utilicen, le vacilen, le lleven de aquí para allá a su libre
albedrío. Los empleados han dejado de creer en las empresas, la lealtad se ha
perdido, porque les han vendido demasiado aire. Ya nadie cree en nada, ya nadie
cree en nadie.
¿A dónde hemos llegado? Al desánimo
total, a la desconfianza más absoluta, a una crisis de valores sin precedentes.
En definitiva, una crisis de confianza. No se trata de buscar culpables, ni de
tomar ansiolíticos para superarlo, ni esperar a un redentor que nos saque de
aquí. No, eso es lo que hemos hecho hasta ahora y por eso estamos donde
estamos. El ser humano siempre espera que las cosas se solucionen - ¡ya vendrán
tiempos mejores! - y la vida le pasa de lado. Escúchame, nadie nos va a salvar,
cada uno es responsable de su vida, y lo que tenemos que preguntarnos es ¿cómo
queremos que sea?, ¿cómo queremos vivir?, ¿cómo queremos ser recordados?
La vida es una decisión continua.
No podemos ir por todos los caminos. No podemos vivir en todas partes ni de
todas formas: hemos de elegir nuestro camino. Creo que este año es un gran
momento para re-diseñarse, para empezar a decidir por nosotros mismos. Ahora
que los grandes cimientos se están cayendo y que las firmes creencias se están
resquebrajando es un gran momento para reconstruirnos, re-ilusionarnos y
replantearnos la propia vida y las cosas de un modo distinto. ¡Qué eso da
miedo! Claro que sí, cada vez que nos enfrentamos a un cambio en nuestra vida,
aparece el miedo, ¿pero por miedo vamos a dejar de vivir?
La estabilidad nos da seguridad,
nos hace sentirnos cómodos. ¿Qué es estable hoy día? Nada, por eso hemos de
atrevernos más que nunca a salir de esa zona cómoda y expandirnos y pensar por
nosotros mismos, y trazar un camino de ilusión, no de apatía. Hoy estamos
viviendo arrastrando los pies por la vida.
Hay que re-ilusionar al ser
humano, volver a hacerle creer que él tiene arte y parte en su propia vida, en
su trabajo, en su entorno, porque lo tiene. Basta ya de ser títeres: queremos
ser artistas de nuestra vida, queremos re-diseñarnos, recuperar nuestra
soberanía personal, redescubrir la esencia de nuestros valores más profundos, ocupar
nuestro verdadero lugar en la vida.
¿Cómo hacerlo? Creo que lo
primero es darle vueltas a las cosas, replantearse lo indiscutible, partir de cero
para renovarnos en el camino. Es decir, se trata de hacer un proceso de
catarsis integral para seguir trabajando y viviendo. Sí eso es, creo que las
empresas y los profesionales hoy más que nunca han de pararse y reflexionar,
han de re-evaluar sus necesidades actuales, que posiblemente nada tengan que
ver con las de antaño, han de ver cómo quieren vivir y trabajar ahora, pues el entorno
ha cambiado y nosotros aún no hemos cambiado.
El trabajo ha de hacernos sentir
bien, no ha de hacernos sufrir; el desarrollo tecnológico ha de facilitarnos
las cosas, no esclavizarnos más; la globalización ha de darnos más
oportunidades, no quitárnoslas; el acceso a la información ha de darnos
conocimiento, no ignorancia ¡¿Qué estamos haciendo?! Dejándonos llevar y en eso
no consiste la vida: la vida consiste en arriesgar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario