¿Se
imagina usted trabajar en su empresa a oscuras? ¿Se imagina usted abrir su
comercio todos los días y tener los productos en venta escondidos? ¿Se imagina
salir todos los días a trabajar y llevar su teléfono móvil sin conexión?
Seguramente, las respuestas a estas cuestiones será la misma: “Imposible, no
podemos trabajar de esa forma”. Entonces, ¿por qué todavía muchas empresas y
organizaciones no tienen una política y estrategia de comunicación definida y
clara?.
La
comunicación es un recurso esencial para la visibilidad corporativa y comercial
de la gran mayoría de organizaciones en el mundo actual. Y todavía más, es un
recurso económico imprescindible porque genera procesos de negocios que a su
vez conllevan beneficios, riqueza, y, en última instancia, calidad de vida y
felicidad.
Y
por esta razón, la comunicación requiere que las empresas le faciliten los
recursos básicos necesarios para poder operar a plena satisfacción. La economía
de la comunicación significa información, interacción, venta, negocio, riqueza,
futuro.
Sin
comunicación no hay información. Sin ella, difícilmente nuestros grupos de
interés van a poder conocernos y entender lo que hacemos en nuestras organizaciones.
Probablemente oirán de nosotros, pero no de una forma directa, profesional,
completa y eficaz que les permita tomar decisiones acertadas sobre nuestros
productos y servicios, y, aún más importante, que adopten una opinión y
percepción positiva de nuestra organización.
Sin
interacción no hay venta. Si no somos activos en nuestra comunicación, la
interacción con nuestros mercados y nuestros clientes se resienten, las ventas bajan
y ponemos en peligro la salud de nuestro negocio. ¿Hasta cuándo podríamos aguantar
la caída de ventas?
Sin
negocio no hay riqueza, ni futuro. Por lo tanto, debemos entender a la comunicación
como una forma inteligente de cimentar y pulir la reputación y la imagen de las
empresas es una realidad, pero incompleta. La comunicación es una actividad
generadora de negocio para las empresas porque les facilita el acceso a los mercados
en condiciones muy ventajosas para crear visibilidad de marca y promover
relaciones comerciales.
Y es
esta realidad la que nos debe convencer para proporcionar los recursos y
estímulos necesarios a las políticas de comunicación, incorporándolas a pleno rendimiento
en nuestra estrategia de negocio global.
¿Le
suena a usted, estimado lector, Apple? ¿Y Zara? “Claro que sí”, será su
respuesta. ¿Qué tienen en común Apple y Zara? La forma que estas dos grandes
marcas gestionan su comunicación de empresa. Ambas marcas son una excelente
guía y ejemplo de cómo utilizar el beneficio económico de la comunicación.
Zara,
la mayor empresa textil del planeta, presente en los cinco continentes, está en
boca de casi todas las mujeres jóvenes, y no tan jóvenes, desde Shanghái a
Nueva York, pasando por Sídney, Londres, Santo Domingo y Madrid. ¿Ha visto
usted alguna publicidad comercial de Zara? Seguro que no, porque no invierten
en ella. ¿Ha oído usted hablar de Zara? Seguro que sí, porque invierten en
comunicación. El boca a oreja de Zara es su estrategia de comunicación clave.
Construyen
y hacen fluir información vital hacia sus clientes sobre la renovación
constante de sus colecciones de moda, su diseños, su estilismo, las aperturas e
inauguraciones en nuevas localizaciones
de sus tiendas “flagship” en prestigiosas ciudades del mundo. Provocan el
interés, la curiosidad y la necesidad a sus clientes y seguidores de acudir a
sus tiendas frecuentemente, los ilusionan con el hecho de que siempre van a
encontrar una prenda, un diseño nuevo, original y económico. Su gestión de la
comunicación es un magnífico ejemplo del valor económico de esta. Y es la
estrategia que tiene Zara de estar en contacto e interactuar de forma
permanente con sus audiencias.
Apple
es otra excelente forma de ilustrar este concepto. Al contrario de lo que hace
Zara, Apple sí invierte en publicidad comercial. Pero en donde han logrado construir
su indiscutible liderazgo y reputación no es solo en el diseño e innovación de
sus revolucionarios “gadgets” electrónicos, sino también en la gestión que,
desde hace años, hacen de su política de comunicación. Son expertos en la
gestión y utilización de valores como la intriga (de sus próximos
lanzamientos), el deseo (por adquirir sus aclamados modelos y diseños), del
anhelo (por ser el primero en disfrutar y tener un IPod, IPhone…). El mensaje:
“se forman largas colas en la tiendas de Apple para recibir el nuevo modelo
de…” se ha convertido en un “estándar” de la comunicación empresarial, que
muchas empresas comienzan a utilizar. Incluida Zara.
Esta
forma de comunicación estratégica de bajo perfil, constante, compleja en los
detalles, cargada de simbología y valores intangibles crea “seguidores” de la
marca. Busca la máxima complicidad ofreciendo al cliente la “realización de sus
deseos” sobre los productos en cuestión, sea una tableta, un teléfono móvil, un
vestido, unos zapatos, un cinturón, un reproductor de música, etcétera.
Tanto
Apple como Zara han integrado la comunicación como una pieza esencial de sus
negocios. La utilizan como elemento de interacción con sus clientes y
seguidores, para vender más, para generar más negocio, para construir más
fidelidad hacia sus marcas, para generar riqueza y, también, felicidad, la
felicidad de adquirir un iPad o vestir ese último modelo de primavera de Zara.
Apple y Zara han comprendido muy bien “el valor económico
de la comunicación”. Por eso hoy son marcas universales, amigables, reputadas,
innovadoras, accesibles, cercanas, fiables. Y por estas razones todas las
empresas deberían reflexionar sobre cómo están utilizando su comunicación y las
múltiples posibilidades que esta les puede ofrecer para mejorar en sus ámbitos
de negocio y sus relaciones con sus clientes. Apple y Zara así lo hicieron hace
mucho tiempo. ¿Se anima? ¿O prefiere seguir a oscuras en su empresa?
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