Cuando nos hemos visto sometidos
a una gran presión, un gran riesgo y logramos sacar fuerzas de donde parecía
que no existían para responder, nos hemos dado cuenta de la existencia de
puntos de apalancamiento que nos ayudan a tomar conciencia de nuestras facultades
latentes, y aprovecharlas.
Todos tenemos sentimientos
negativos y sentimientos positivos. Los sentimientos negativos son altamente
limitantes, hasta el punto que algunos de ellos nos pueden llevar a la inacción
y a la parálisis.
Durante nuestra vida hemos sido
programados para tener ciertas actitudes ante las cosas que sentimos. Nuestras
limitaciones están en las actitudes que asumimos ante lo que sentimos, no en lo
que sentimos.
El temor, el desmerecimiento, los
sentimientos heridos, y la rabia son gemas sin pulir. Con unos cortes adecuados
y un poco de pulido podemos transformarlas en joyas preciosas.
En cada nivel, los sentimientos
negativos tienen una contrapartida que puede potenciar una respuesta positiva.
Lo esencial es pasar a la acción.
Así como el miedo nos apresa,
podemos transformar ese mismo miedo en la energía que nos permita enfrentar una
nueva situación: un cambio de trabajo, o iniciar una nueva carrera. Cuando
alguien nos ofende o nos hiere, si reaccionamos es porque nos importa.
Pero hay emociones que son más
limitantes que otras. La emoción más limitante de todas es el desaliento.
Cuando un elefante nace está
lleno de energía, puede pesar 500 kilos. Su domador lo amarra con una gruesa
cadena a una estaca de un metro de profundidad. El pequeño elefante lucha y lucha
pero poco a poco se da cuenta que haga lo que haga, no puede alejarse de la
estaca más de lo que le permite la cadena con el grueso grillete de acero
amarrado a su pata.
A medida que crece y sube de peso
y multiplica su fuerza, el pequeño elefante pierde el entusiasmo para luchar por su
libertad. Para cuando tiene 5 o 6 años y pesa varias toneladas, su domador le
cambia la gruesa cadena por una cadenita para colgar ropa, el grillete por
una guincha de embalaje, y la estaca por un palito de helados; pero el elefante ni
siguiera intenta liberarse.
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